Son las 4:14 am y todo está en calma, hasta que un minuto después se activa la alarma de mi reloj, torpemente la apago y hasta el reloj acaba en el suelo. Cuento 1-2-3 y prendo una vela de cera que tengo en mi buro y con mucho trabajo me siento a la orilla de mi cama. Matilda solo me voltea a ver de re-ojo. Con un poco de trabajo empiezo a tender mi cama, donde lo más difícil es convencer a Matilda que se baje al suelo frío… Una vez termino, ella automáticamente se vuelve a subir y acurrucar cómodamente; acto seguido y sin pensarlo tomo la vela y me dirijo al baño, la coloco en una repisa frente al lavabo y me veo al espejo, tomo el raspador de lengua y comienzo a quitarme las células muertas que tengo en lengua; con trabajo y un poco de torpeza me quito mi pijama de franela. Por la hora que es hay un silencio profundo que combinado con la luz de vela da un toque especial. Me meto a la regadera y sin perder un segundo y pensar en lo que viene le abro a la llave derecha del agua fría, en un segundo siento como me cae el agua helada en la cabeza y en todo el cuerpo, por unos 10 segundos siento como todo mi cuerpo se contrae, y como instantáneamente entro en otra dimensión y me siento totalmente lleno de energía. En segundos mi cuerpo empieza a generar calor y todos mis órganos se activan, sin mucha prisa me froto la cabeza abajo del chorro de agua y después todo el cuerpo. Por mi cabeza no pasa ninguna idea, como si la misma agua fría congelara mis pensamientos. Es realmente una sensación muy especial de placer el sentir como el agua fría corre por todo mi cuerpo y es absorbida por los poros de mi piel. Calculo que permanezco como 3 minutos bajo el chorro de agua helada. Una vez que apago la regadera, permanezco un rato mojado dejado que el propio calor de mi cuerpo evapore el agua que está en mi piel. Como el agua está mucho más fría que el aire no siento frío. Me seco y me unto crema corporal en todo el cuerpo para después vestirme con mi uniforme de corredor: shorts, playera de manga larga y chamarra; los calcetines y zapatos los dejo para después.
Con la misma luz de vela regreso a mi cuarto donde Matilda sigue cómodamente acostada en mi cama. Me dirijo a mi lugar de meditación, prendo las 2 velas tibetanas de aceite y una barita de incienso de Potala, me pongo en posición de meditación, apago la vela que utilice para ir a mi baño de agua fría. Instantáneamente empiezo a percibir el aroma del incienso que me transporta al monasterio de Thiksey que fue donde por primera vez lo pude oler. Tomo mi celular activo la app de «Insight timer» con un tiempo de 40 minutos y le doy «iniciar». Entre el aroma del incienso y el sonido del «Deep Om» que sale de la bocina empiezo a sentir una tranquilidad impresionante. En un principio concentro mi atención en mi respiración, de cómo entra el aire por mis fosas nasales y se va a mis pulmones, inhalo y exhalo lentamente, profundo y largo, como si lo estuviera haciendo en cámara lenta, después de exhalar pauso sin respirar por 30 segundos y cambio mi atención hacia mi corazón; Imagino su movimiento, dejando entrar la sangre y después contrayéndose para bombearla hacia afuera, simultáneamente trato de hacer que ese movimiento sea más lento, y lo puedo sentir. Vuelvo a inhalar lentamente sintiendo como esas moléculas de oxígeno entran a mis pulmones y después a mi sangre. Por momentos, me invade una admiración de lo sofisticado y maravilloso que es nuestro cuerpo, pienso en todos los millones de células que lo conforman y como todas funcionan en sintonía perfecta, mi imaginación empieza a recorrer cada parte de mi cuerpo. Cuando llego a mi cerebro, me quedo pensando como esto que estoy pensando es producto de millones de sinapsis entre mis neuronas, y como involuntariamente vienen a mi memoria ideas, recuerdos, etc. Mientras recorro mi cuerpo pongo absoluta atención a lo que me quiere comunicar, y escucho como me hablan diciéndome lo que necesitan. Hay veces que me piden un masaje, otras veces que necesitan estirar, o que les falta que coma más proteína, etc. Al entrar en esos estados de conciencia entro en mi subconsciente, que es realmente mi verdadero yo. Durante esos momentos puedo viajar entre el yo que soy, el yo que no me gusta, el yo que quiero ser, y trato de recorrer ese laberinto mental buscando definir cuál es mi verdadero propósito de existir. Mi mente trata de comprender esas fuerzas que rigen la naturaleza, y como el ser humano a través de las matemáticas ha podido explicar cómo funcionan. Entro en contacto con mi entorno y empiezo a dimensionar donde estoy. Como si fuera un dron que se eleva, empiezo a percibir la curvatura de la tierra, y después su forma de esfera. y al mismo tiempo lo diminuta que es dentro de nuestro sistema solar.
Tengo que confesar que todo esto ha sido el fruto de 1450 días de meditación, donde durante los últimos 1150 días no he fallado ni un solo día en meditar, y en total llevo acumulados 59 mil minutos que sería 983 horas seguidas o 41 días.
Haciendo matemáticas, mis meditaciones duran en promedio 41 minutos, que actualmente siento que son solo unos minutos y por lo cual tengo activada una alarma de «terminar» a los 40 minutos, porque si no seguramente me sigo, como ya algunas veces me ha sucedido.
Una vez que termina mi sesión de meditación y con las piernas un poco entumidas por la posición, me pongo boca arriba y comienzo mi sesión de abdominales. De estar en un estado con un ritmo cardiaco de 35 pulsaciones aproximadamente, mi corazón empieza acelerarse. Sigo una rutina donde activo todos los músculos de mi abdomen. Tengo que confesar que el fortalecer mi abdomen y demás músculos de la cadera me han ayudado mucho en mi desempeño corriendo.
Instantáneamente terminado las abdominales hago 32 lagartijas únicamente apoyándome con los dedos de las manos y los dedos de los pies, en un principio no aguantaba mi peso ni 6 lagartijas, sentía que los dedos se me iban a fracturar, pero poco a poco fui resistiendo, y hoy en día ya no me duelen.
Acto seguido, me dirijo a la cocina y pongo a calentar agua en la estufa para mi café, tiempo que aprovecho para hacer mi siguiente sesión de ejercicios antes de correr, que consiste en 3 a 4 series de barras de 10 a 12 repeticiones, combinadas con pararme de manos entre 30 y 40 segundos cada vez. Trato de terminar antes de que el agua comience a hervir, lo que me forza a descansar muy poco. Ya con el agua caliente y habiendo terminadas mis series de barras (dominadas) y parado de manos, me preparo con mucho gusto mi merecido café.